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Los niños y niñas de todo el mundo se han enfrentado a una realidad muy distinta de la que conocían hasta hace dos años. La pandemia los obligó a quedarse dentro de casa sin poder salir a jugar, ver a sus amigos o abrazar a sus abuelos. Los enfrentó a la pérdida de seres queridos, al miedo de enfermarse, a la falta de trabajo de sus padres y a una educación distante y muy distinta, donde muchas veces sus emociones no fueron vistas o consideradas por los maestros a cargo de este proceso.
Cuando hablamos de la educación de nuestros niños solemos considerar la parte académica, la infraestructura de la escuela, el programa de deporte o el nivel de inglés con el que terminarán quinto de secundaria. Todas cosas muy importantes sin duda, pero con frecuencia olvidamos que hay una competencia muy importante que debería ser una de nuestras prioridades al momento de elegir una escuela para nuestros hijos, y es la educación socioemocional. ¿Alguna vez escuchaste hablar sobre ella?. En esta nota queremos contarte de qué se trata y por qué es tan importante en el desarrollo de tus hijas e hijos.
Es un proceso fundamental de la educación de todas las personas, pues busca desarrollar y potenciar las habilidades humanas para reconocer y manejar las emociones, con la finalidad de encontrar bienestar personal y social.
La educación socioemocional ofrece la posibilidad de aprender a manejar las emociones, que surgen a partir de situaciones extremas a las que estamos expuestos a lo largo de la vida, buscando sobrellevar estas emociones con equilibrio y serenidad, pues la educación socioemocional fortalece el pensamiento crítico, el mismo que nos lleva a tomar decisiones correctas.
Durante este proceso de aprendizaje socioemocional, los niños y adolescentes aprenden de valores, actitudes y habilidades que incorporan en su vida cotidiana, mientras construyen su identidad y forjan la personalidad. Aprenden del cuidado de ellos mismos y del cuidado de quienes los rodean, contribuyendo en el proceso de autoconocimiento mientras se vuelven seres empáticos.
La educación socioemocional es un complemento de la educación tradicional (que apunta básicamente al desarrollo cognitivo de niñas y niños), pues mejora la capacidad de atención permitiendo el desarrollo del pensamiento creativo, la lógica y el razonamiento.
Cuando los niños son motivados a reconocer sus emociones y a hablar de ellas sin temores, aprenden a manejarlas, a darles el lugar que les corresponde, a procesarlas y disfrutarlas, convirtiéndose en personas emocionalmente sanas. Cuando la educación socioemocional es parte de la currícula regular de una escuela, estos conocimientos llegan a más niñas, niños y adolescentes, siendo de gran beneficio para toda la comunidad.
De la misma manera que el conocimiento matemático, histórico, literario, artístico, físico o químico es una herramienta para la vida, el conocimiento de nuestras emociones y su manejo, también lo es. La educación socioemocional previene conductas de riesgo, sobre todo en edades de mucho cambio como son la pubertad y adolescencia. Pero para que esta funcione al tope de sus posibilidades, la guía de maestros capacitados y competentes es indispensable.
¿Pero cómo se logra esto?. La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura que tiene el objetivo de contribuir a la paz y a la seguridad en el mundo) plantea una serie de recomendaciones para que las escuelas creen las condiciones necesarias para que los maestros puedan educar y guiar las emociones de niñas y niños. Entre estas recomendaciones están:
Las escuelas deben ser centros de crecimiento y desarrollo integral, desde lo cognitivo y lo físico, hasta (y sobre todo) lo emocional. Pero la familia y el hogar son determinantes en este proceso, por lo que siempre debemos tener un apostura receptiva respecto a las distintas emociones de las niñas, niños y adolescentes, como por ejemplo:
Educar no es llenar de conocimiento, es guiar en el largo y difícil proceso de reconocerse a sí mismos, de construirse, de amarse. Educar es dar herramientas para la vida, es contener, entender y no juzgar. Eduquemos con el corazón, teniendo siempre presente las emociones de los niños y el resultado será extraordinario.