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¿Por qué mi hijo suda cuando duerme?

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Por fín se durmieron los niños y hay un poco de paz en casa. Es un momento para nosotras, así que ordenamos algunas cosas, nos preparamos un café,  terminamos de acomodar todo para el día siguiente y hacemos la ronda de rigor para verificar que los niños  respiran, que están tapaditos, que no han rodado hasta el suelo y que siguen vivos. Todo parece correcto, pero cuando nos acercamos para darles un beso de amor verdadero y profundo, están empapados en sudor.  

Los despertamos pero solo lo suficiente para que puedan subir los brazos, cambiarse el polo y seguir durmiendo serenamente y en silencio hasta el día siguiente. Después de eso la noche transcurre tranquila y sin novedades ni sucesos. ¿Pero te preguntaste algunas vez por qué se presentan esos episodios de sudor nocturno en tus niños?

Pues resulta que es algo bastante frecuente, común y no suele ser motivo de preocupación (la mayor parte de las veces), pues esta sudoración inexplicable, si tiene explicación y suele ser sencilla. Curiosamente se presenta en la primera fase del sueño y con más frecuencia en niños que en niñas y según algunos estudios, sucede en un porcentaje pequeño de la población infantil. Aún así, como buenas madres, éstos sucesos no dejan de llamar nuetsra atención, nos llenan de curiosidad y nos motivan a buscar respuestas. 

Pues estas son algunas de las razones por las que los pequeños terminan con las pijamas, las sábanas y las mantas empapadas:

Cambio en el ritmo corporal:

Las niñas y niños pasan de un estado de gran movimiento, energía y agitación a otro de mucha calma cuando se quedan dormidos y lo hacen con gran rapidez. Cuando el cuerpo de un niño reduce su actividad, gran cantidad de su energía deja de ser útil o necesaria, por lo que sus cuerpos la eliminan en forma de sudor mientras su organismo se desacelera.

Muchos estímulos antes de dormir:

Cuando los niños han estado en mucha actividad física y gran agitación emocional previas a la hora de dormir, sus cuerpos y mentes están a un ritmo mucho mayor al recomendado para el descanso, por lo tanto la liberación de energía será mayor y la sudoración, también.

Cena abundante y pesada:

La digestión es un proceso que requiere de gran trabajo de parte de nuestro cuerpo, por lo que significa un ejercicio exigente aunque estemos dormidos.  La ingesta de una cena abundante hará que el trabajo de digerir sea  mayor, por lo tanto el cuerpo de nuestros pequeños hará un gran esfuerzo físico y esto producirá calor y sudor, mucho sudor.

Es recomendable que nuestras niñas y niños empiecen el día con un desayuno contundente, un almuerzo bien balanceado y una cena ligera pero nutritiva para contribuir a un descanso reparador. 

Acunar:

Cuando los niños se duermen en brazos, mantienen todo su calor ( y el nuestro) en una especie de “nidito amoroso” que los protege y hace sentir seguros, pero no permite que regulen su temperatura. Felizmente un poquito de sudor no le hace daño a nadie.

Ropa de cama:

Cuando nuestros pequeños empiezana  ser grandes y dejan los pañales, tomamos todo tipo de precauciones para alargar la vida de las sábanas, pijamas y colchones, por lo que muchas vaeces colocamos protectores en el colchón sin notar que están hechos de materiales que no permiten el paso de aire. Estos generan y guardan mucho calor y los pequeños sudan más de lo que deberían.  Es preferible usar ropita de cama hecha de algodón o materiales que dejen “respirar” la piel de nuestras niñas y niños.

Todos somos diferentes:

Pueden existir muchas explicaciones para los sudores nocturnos excesivos en los niños, pero a veces solo se trata de que cada cuerpo y cada organismo es distinto  a otros y por lo tanto es único, y es por eso que algunas personas sudamos mucho y otras no.

Preexistencias médicas:

En algunos casos los sudores nocturnos están relacionados a una condición médica preexistente en nuetros hijos, como cardiopatías congénitas, enfermedades respiratorias, reflujo gastroesofágico, rinitis, dermatítis atópica o en otros casos, una fiebre en fase de bajada. En estos escenarios, la guía y acompañamiento de un pediatra son indispensables.

En resumen, casi todos los episodios suelen tener una explicación médica bastante sencilla de origen fisiológico, pero lo mejor es mantenernos atentas para detectar cualquier comportamiento extraño y pedir la opinión de un pediatra.

Es recomendable mantener las habitaciones ventiladas, a una temperatura media, con ropa de cama fresca y tratar de seguir rutinas previas al descanso que inviten a las niñas y niños a relajarse para aprovechar el sueño como un momento fundamental en su desarrollo físico, mental y emocional.

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