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La tartamudez, como sabemos, es un trastorno que debido a las interrupciones en los sonidos al hablar afecta la fluidez del habla, estas interrupciones se conocen como “disritmias” o “disfluencias”. En la mayoría de los casos empieza en la niñez y puede quedarse durante toda la vida.
Algunos de los síntomas más comunes de la tartamudez son las repeticiones, bloqueos y prolongaciones de sonidos, palabras o sílabas, alteración en la respiración y en el tono de voz. Cuando un niño con tartamudez se equivoca e intenta controlarse y corregirse, se pone más nervioso aún, lo cual aumenta mucho más los tartamudeos. Hay formas de controlar esta condición y te las contamos junto a unas recomendaciones:
Darle importancia al trastorno angustia mucho al niño y aumenta su condición con facilidad, lo mejor es iniciar una conversación entretenida para intentar que el pequeño no se sienta nervioso o presionado al hablar.
Enseñarle canciones y trabalenguas aumenta su capacidad de control al hablar, y de esta forma disminuir los tartamudeos.
Si el pequeño está hablando no hay que interrumpirlo ni completar sus frases. En vez de ayudarlo, empeoramos la situación haciéndole creer que no puede hacerlo solo.
Lo ideal en una conversación con ellos, es esforzarse para entender su mensaje sin preguntarles o pedirles que repitan. Es importante también recordar que no debemos pedirles que hablen más despacio, podemos incitarlos a usar un lenguaje relajado con nuestro ejemplo.
No reírse de él bajo ninguna circunstancia, hacerlo podría afectar muchísimo su autoestima y empeorar su condición.